lunes, 16 de junio de 2008

BUSCANDO EL QUESO PERDIDO


Hace mucho tiempo que nuestros dirigentes han perdido la brújula. En la última convención de ventas de un supergrupo de compras, tuve tiempo más que suficiente para analizar los uniformes de mis colegas de convención (vendedores, clientes, socios, gente de la central…) !Qué vestuario! ¡Era demencial! Todos vestían G-Star, Bikkenbers, Belstaff, Guru, A-Style, Kukusumushu o algunas marcas deportivas de referencia como adidas Yamamoto, Converse, o las tan nombradas Puma. Mis colegas de convención eran unos fashion victims; estaban a la última. Todos se han pasado a la moda...

Todas estas marcas del mundo de la moda se niegan en rotundo a venderme, poniendo como excusa que el deporte no tiene imagen. Me tachan de baratero y dicen que no sé marginar. Entré en depresión. ¡Qué panorama! Hace años nos pegábamos para que Meyba nos vendiera y ahora la historia vuelve a empezar.

Hice luego una retrospectiva en el tiempo y recordé que hace apenas diez años íbamos todos “uniformados” deportivamente, con nuestras Reebok (Vicario´s Family), nuestras Air Jordan, nuestros politos de tenis Tacchini, nuestro chubasquero Karhu… ¿Se acuerdan? ¿Y del fenómeno Mistral? En mi vida he vendido tantas mochilas. En aquellos años el deporte marcaba el ritmo de la moda, por encima de marcas como Wrangler, Lois, Cimarron o, incluso, Levi’s. La gente se pegaba en nuestros negocios por productos con marca y, sobre todo, con identidad. Y nosotros lucíamos con orgullo el producto que luego comprábamos y vendíamos en nuestros negocios; éramos clientes prescriptores. Ahora nuestros negocios están lejos de esta realidad.

Y mientras nosotros vemos como el puñetero queso cambia de sabor, de olor, y hasta de lugar, nuestros amados dirigentes engordan al grupo -y sus arcas- con una súperventa: la “Marca Blanca”. ¿Cuánto valen ahora nuestros negocios? ¿Se imaginan el valor de traspaso de nuestra tienda? ¿Y qué hacen nuestros dirigentes para cambiar las cosas? Nada. Seguramente lo mejor sería darle un vuelco a nuestro negocio -o al menos a alguno de nuestros puntos de venta- y buscar nuevos socios estratégicos...

Un elemento subversivo me explicó que la marca blanca representaba, en muchos grupos, la tercera en ranking de facturación. Yo, osado de mí, le dije que para ser la primera sólo tenía que aumentar el valor del pack vertical. Lamenté mi comentario durante mucho tiempo; no me imaginaba mi tienda con 300 packs de pijamas invendibles…

¡Pero si nuestros dirigentes ni siquiera hacen deporte! ¿Se imaginan a mi primo en alguna clase de spinning sudando mientras escucha una y otra vez la misma canción?

Mi sabia abuela siempre me decía que los buenos cocineros estaban un poco rellenitos. O algún dirigente se ha equivocado de cocina... o nosotros de perfil.

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